8 de cada 10 cardenalitos mueren al ser extraídos de su hábitat

El tráfico de la especie, en peligro crítico de extinción, expone a los ejemplares a condiciones letales de estrés

LEIDYS ASUAJE / MAOLIS CASTRO

Es cuestión de horas. Cuando el cardenalito –Carduelis cucullata, de acuerdo con su nombre científico– es extraído de su hábitat natural empieza una carrera por la supervivencia. El ecólogo Edilberto Ferrer, miembro del desaparecido Frente de Defensa del Cardenalito, asegura que 8 de cada 10 ejemplares mueren en el proceso de contrabando: “Son sometidos a condiciones extenuantes y estresantes. Atrapar a un ave silvestre es condenarla a muerte”.

En 2011 capturaron a una pareja de guajiros en el terminal de autobuses La Bandera, en Caracas, con 50 cardenalitos que llevaban en bolsos. Estaban entre la ropa y una veintena murió en el viaje, que duró 5 horas, aproximadamente.

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No sólo se trata del traslado. La caza también genera condiciones adversas. Los pajareros, encargados de la captura del ave, suelen utilizar una especie de pegamento extraído de árboles o unas redes. “Cuando a la especie se le quedan pegadas las patitas en el engrudo, entonces se estresa y comienza a golpearse. En el caso de las mallas también se corre el riesgo de que muera”, señala Lionel Ovalles, médico veterinario del zoológico Bararida, que trabaja en un programa sobre el cardenalito con el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.

La especie, en peligro crítico de extinción, no alcanza los 4.000 ejemplares en condiciones silvestres. Es autóctona de Venezuela y la más amenazada por las mafias de comercio ilegal.

Los traficantes del ave, sin embargo, suelen valerse de la asesoría de expertos. El mercado del cardenalito es muy específico. José Vásquez, investigador de la especie del Ministerio del Ambiente en Lara, afirma que muchos son sedados antes de emprender largos viajes: “Algunos utilizan pequeñas dosis de un medicamento para dormirlos. Las mafias han sofisticado las técnicas para reducir la cantidad que muere al momento de ser sacados de Venezuela”.

El uso de sedantes, jaulas especiales y entrenamiento antes de los viajes son algunas estrategias de los comerciantes ilegales de aves.

Libertad con riesgo. La liberación de las aves luego de ser decomisadas en operativos es un asunto delicado. Un cardenalito de Zulia, por ejemplo, no puede ser soltado en Lara, pues difícilmente podría sobrevivir a los cambios de clima y hábitat. La especie ocupa ecosistemas que se encuentran entre lo silvestre y lo urbano. Por eso es frecuente que esté constantemente amenazado por los humanos.

“Además de la caza, la destrucción del ecosistema lo convierte en una especie vulnerable”, indica Ferrer.

Fuente: El Nacional

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