Muere PEPE el misionero, la tortuga más querida de la Galápagos

Muere-Pepe-misionero-Islas-Galapagos_TINIMA20140823_0457_5   «Pepe el misionero», la tortuga gigante más querida de las islas ecuatorianas de Galápagos, en el Pacífico, murió el jueves por causas naturales, informó el viernes el director de Ecosistemas del Parque, Víctor Carrión. El quelonio, que vivía protegido en la isla San Cristóbal y tenía unos 60 años, falleció «a causa de que varios de sus órganos venían fallando», dijo el funcionario a la AFP, añadiendo que Pepe también sufría de sobrepeso.

Agregó que desde hace unos dos años también presentaba «problemas para comer», pues por períodos dejaba de ingerir alimento. «Tras 60 años de vida, Pepe el misionero permanecerá en la memoria de los cristobaleños por siempre», escribió el director del Parque Nacional Galápagos (PNG), Arturo Izurieta, en su cuenta en Twitter. Añadió que «la desaparición de la tortuga Pepe no pone en peligro su especie».
El quelonio, de la especie Chelonoidis becki que habita en el volcán Wolf, en el norte de la isla Isabela, se convirtió en el más consentido de Galápagos, un archipiélago a 1.000 km de la costa de ecuatoriana que forma parte del Patrimonio de la Humanidad por su flora y fauna únicas. En Wolf existen unos 2.000 quelonios de esa especie que viven en estado natural, señaló Carrión.

A finales de la década de 1940, una familia de Puerto Baquerizo Moreno (capital de San Cristóbal) recibió al animal, al que los pescadores bautizaron como «Pepe». En 1967, la tortuga fue dada a curas de la orden Franciscana, por lo que el nombre se extendió a «Pepe el misionero».
Para los franciscanos fue una querida mascota que permanentemente recibió la visita de la población, que le daba de comer frutas y otros alimentos distintos al de su dieta normal. El quelonio finalmente fue entregado al PNG en 2012.

En junio de 2012, el «Solitario Jorge», la última tortuga gigante de su especie que habitaba en Galápagos, murió de causas naturales tras infructuosos intentos para que se reprodujera. «Jorge», que se estima tenía más de 100 años y se convirtió en símbolo de la conservación animal, era el único sobreviviente de la especie Chelonoidis abigdoni y provenía de la isla Pinta, donde fue encontrado en 1972.

Los quelonios dan su nombre a las islas ecuatorianas, declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco hace tres décadas. Galápagos aún alberga a once especies de tortugas gigantes tras la desaparición también de las especies de las islas Fernandina (Chelonoidis fhantastica) y Santa Fe (Chelonoidis spp). «Trabajamos fuertemente por conservar todas las especies del archipiélago», expresó Izurieta en Twitter.

La muerte de la tortuga “no pone en peligro a su especie», agregó. Aunque deja un vacío pues era uno de los consentidos del archipiélago reconocido por su diversidad. Pepe, de la especie Chelonoidis becki que habita en el volcán Wolf, en el norte de la isla Isabela, adquirió fama internacional. Su historia comenzó a finales de la década de 1940, cuando pescadores lo encontraron y se lo regalaron a una familia de la isla de San Cristóbal, los Agama.

En aquella época «tener una tortuga era como tener un perro» para muchas familias del archipiélago, de acuerdo con un reseña sobre la vida de la tortuga publicada por la agencia EFE en junio de 2013.
En 1959, con la creación del Parque Nacional Galápagos, se prohibió la tenencia de tortugas gigantes en los hogares pero la familia de Pepe se negó a entregarlo a las autoridades, y lo dio a la misión franciscana de San Cristóbal en 1967, quienes le pusieron el sobrenombre de El Misionero. Con permiso de las autoridades del parque, permaneció con los religiosos hasta 2012 cuando, por motivos de salud, se decidió su traslado al PNG. Cuando llegó «tenía el colesterol elevado y sobrepeso», dijo a la agencia EFE uno de los cuidadores de la tortuga en 2013, quien informó que a Pepe le gustaba comer sobre todo papaya y plátano.

Durante todos los años que Pepe pasó con los franciscanos comió muchos tipos de alimentos, algunos no adecuados para la tortuga, por lo sus cuidadores tenían problemas para que aceptara una dieta que mejorara su salud.
«Muchos niños iban a la iglesia los domingos para ver a Pepe y llevaban una bolsita de frutas para darle de comer, en casi todas las casas de Puerto Baquerizo (capital de San Cristóbal) hay alguna foto de niños subidos encima de la tortuga”, señaló el cuidador, citado por la agencia EFE.
Debido a que estuvo acostumbrado a vivir entre la gente, Pepe no pudo ser liberado porque no sabía conseguir alimento por sí mismo, tampoco fue apareado, «aunque disfruta de atenciones que ya quisieran para sí muchas tortugas», señala el perfil de la agencia, ya que disfrutaba pasar mucho tiempo en su poza y tener la atención permanente de los técnicos del parque.

Esta es la segunda muerte de una especie reconocida de las Galápagos. El Solitario George murió en junio de 2012. Era la última tortuga gigante de su especie y murió de causas naturales tras infructuosos intentos para que se reprodujera.
Se estima que George tenía más de 100 años y se convirtió en símbolo de la conservación animal. Era el único sobreviviente de la especie Chelonoidis abigdoni y provenía de la isla Pinta, donde fue encontrado en 1972.

Las Galápagos aún albergan a 11 especies de tortugas gigantes tras la desaparición también de las especies de las islas Fernandina (Chelonoidis fhantastica) y Santa Fe (Chelonoidis spp).

Fuente: AFP

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