La tala ilegal de árboles, el contrabando de primates haciéndolos pasar por mascotas, las masacres de elefantes por sus colmillos. Alrededor del mundo, el crimen medio ambiental está en alza. Ahora un nuevo proyecto que apunta a ser como el WikiLeaks de la vida salvaje les está entregando a los denunciantes un lugar seguro desde donde notificarles a las autoridades sobre crímenes realizados por cazadores furtivos o criminales del medio ambiente.
Con el nombre ‘WildLeaks‘, el proyecto fue lanzado en febrero y se encuentra financiado por la organización sin fines de lucro con base en Los Ángeles llamada Elephant Action League, que lucha contra el crimen relacionado con la vida silvestre. Este tipo de crímenes se han convertido en un negocio que maneja más de 17 billones de dólares al año, lo que lo hace el cuarto comercio ilícito más rentable del mundo, de acuerdo al grupo Global Financial Integrity, con base en Washington D.C.
Generalmente las notificaciones de algún potencial crimen pasan por un periodo de verificación bastante largo, que luego pasa a manos de organizaciones que aplican la ley u otras organizaciones que seguirán con el caso, según lo informado por el fundador de WildLeaks, Andrea Crosta, quien también es el director ejecutivo de Elephant Action League.
Crosta dijo que la primera notificación a WildLeaks tenía que ver con el contrabando de algún producto de vida silvestre a los Estados Unidos. Dentro de las notificaciones que se han entregado, ha habido información confidencial sobre tráfico de marfil dentro de África del Este, caza furtiva de tigres en Sumatra, caza de trofeo ilegal en el Sur de África, posesión ilegal de especies en peligro de extinción en países del Golfo y tala ilegal en México, Malawi y Rusia.
Desde que WildLeaks tuvo su lanzamiento, el sitio ha recibido miles de notificaciones. Hasta ahora 25 se han considerado como información confiable y potencialmente útil. En promedio, a WildLeaks le llegan unas cuantas notificaciones a la semana. “Las investigaciones son largas y bastante complejas”, dice Crosta. “No nos interesa facilitar el arresto de cazadores furtivos o traficantes pequeños. Apuntamos a niveles más altos”.
Y agrega: “La mayor parte de nuestra energía va enfocada en meter a prisión a cazadores furtivos de pequeña escala, aunque el problema real son los traficantes y los oficiales corruptos de gobierno detrás de esos crímenes. Pero para llegar a esas personas se necesita tener un cierto conocimiento de las redes criminales”.
Mientras que los cazadores furtivos y traficantes de vida silvestre a pequeña escala son enviados a la cárcel o asesinados, los oficiales que aplican la ley no han tenido la capacidad de atrapar a aquellos que controlan las operaciones furtivas. “Es una lástima pero es también un gran fracaso para todos: la comunidad internacional, incluyendo a las organizaciones no-gubernamentales”, dice Crosta. “Para poder atrapar al principal responsable hay que atrapar primero al Santo Grial”.
Mientras tanto, la caza furtiva sigue sin ser contrarrestada. A inicios del siglo 19, había 17 millones de elefantes en el mundo. A comienzos del siglo 20, dicho numero había disminuido a 5 millones y hoy en día hay un poco menos de 500.000. Más del 97% de los tigres han sido asesinados a lo largo de este último siglo. Crosta dice que los leones podrían ser los próximos felinos de gran tamaño en desaparecer: su población ha disminuido durante los últimos 50 años desde 200.000 a menos de 20.000 ejemplares.
Los registros de notificaciones de WildLeaks se dividen en cuatro categorías, una de las cuales es la culpabilidad en crímenes de vida silvestre que tengan que ver con seres humanos. Esto incluye la explotación de comunidades vulnerables por parte de organizaciones criminales, el dinero de caza furtiva que se destina al apoyo de grupos terroristas y militares y la expansión de las actividades criminales. Por ejemplo, cuando un arma que fue comprada para matar elefantes, es utilizada en el robo de un banco.
El crear consciencia de la culpabilidad humana en crímenes de vida silvestre puede elevar la discusión, especialmente en China y otros países asiáticos donde la nueva riqueza ha creado una alta demanda por el marfil. “Queremos iniciar una conversación no acerca de elefantes o rinocerontes sino que acerca de las personas que mueren y los derechos humanos”, dice Crosta.
Fuente: https://wildleaks.org/