No existe una regla que establezca cuánto debe invertir el Estado en la conservación de la biodiversidad o, de hecho, en ningún otro aspecto de su gestión. Sin embargo, los gobiernos implícitamente dan más importancia a unos temas que a otros al asignar mayores o menores porciones del presupuesto nacional. Una mirada a las inversiones relativas ofrece una aproximación a las prioridades gubernamentales del momento.
Aunque todas las instancias gubernamentales –desde la Presidencia de la República y la Asamblea Nacional hasta los municipios y consejos comunales– tienen injerencia en políticas ambientales, voy a enfocar mi atención en la acción del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (MinAmb), fusionado el 3 de septiembre de este año con el Ministerio del Poder Popular para Vivienda y Hábitat para formar el Ministerio del Poder Popular para la Vivienda, el Hábitat y el Ecosocialismo, una fusión que entrará en vigor pleno el 1 de enero de 20151, en particular su Instituto Nacional de Parques (Inparques).
El Ministerio para el Ambiente ha sido la entidad responsable ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas y, por lo tanto, garante de la conservación y uso sostenible de los genes, especies y ecosistemas que conforman la biodiversidad, así como de los bienes y servicios gratuitos que brindan a la ciudadanía.
Los parques nacionales (PN) y los monumentos naturales (MN) son dos clases de áreas protegidas cuya gestión es responsabilidad de Inparques. Otras, como refugios, reservas y santuarios de fauna, zonas protectoras, reservas forestales y reservas de biosfera, son administradas por dependencias diferentes. Conjuntamente, los PN y MN abarcan aproximadamente 150.000 kilómetros cuadrados: un 16% del territorio nacional. Esta superficie coloca a Venezuela entre los países con mayor proporción protegida del mundo. Por eso su fin principal es la protección de los recursos naturales que existen en ellas2 y, por ende, una porción significativa de nuestra biodiversidad.
La contribución de los PN y MN al presupuesto nacional es enorme. No sólo porque proveen bienes intangibles que no pueden ser monetizados (desde el placer que genera la contemplación de la naturaleza hasta el afecto innato que sentimos hacia otras formas de vida), sino también porque cualquier ejercicio que intente estimar el valor monetario de los bienes y servicios provistos por los ecosistemas obligatoriamente será parcial y se quedará corto.
Sin embargo, es posible examinar algunos datos y cifras que al menos sirven para poner en perspectiva su aporte mínimo a la economía, la sociedad y el bienestar humano.
El agua es el recurso natural más crítico para la humanidad: la bebemos, la usamos para lavar, eliminar desperdicios, bañarnos, cocinar, regar, enfriar maquinaria, medio de transporte y, por si fuese poco, para generar electricidad. El PN Canaima protege la cuenca del río Caroní y provee agua al lago Guri. Se estima que el parque genera 3.295 millones de dólares anuales en beneficios, sólo tomando en cuenta sus aportes en hidroelectricidad y turismo3. Al sumar toda la producción hidroeléctrica potencial del país y estimar la cantidad de petróleo que hubiese sido necesaria para producir la misma energía eléctrica en 2007, el ahorro en petróleo equivaldría a casi 56 millardos de dólares, un monto similar a la totalidad del presupuesto nacional de ese año3, sin tomar en cuenta el impacto ambiental que habría generado su combustión.
El 77% de los PN protegen cabeceras de ríos que son fuente de agua potable para las áreas urbanas más densas y las zonas agrícolas más importantes del norte del país. Se estima que el agua generada en 18 parques nacionales abastece a 83% de la población urbana. Sólo las áreas protegidas andinas proveen de agua a 40% de las tierras agrícolas3. En resumen: sin los parques nacionales y la biodiversidad que regula sus procesos hidrológicos, nuestra realidad urbana, agrícola e industrial sería muy diferente a la actual.
Los parques nacionales son también fuente de sustento para las comunidades que habitan en sus alrededores o dentro de ellos. En el PN Morrocoy, el más visitado del país con 1.500.000 visitantes en 2007, el turismo genera aproximadamente la mitad de los empleos de los dos municipios colindantes. En el PN Los Roques, el 40% de la población entre 18 y 70 años depende económicamente del turismo. En los poblados autóctonos de Gavidia y Los Nevados, en el PN Sierra Nevada, el turismo genera 236 empleos directos, mientras que el programa de turismo comunitario que se desarrolla en los PN Sierra Nevada y La Culata mantiene 135 microempresas turísticas familiares con 1.256 beneficiarios directos e indirectos en 28 comunidades3.
Se estima que más de 95% del territorio habitado por las 34 etnias venezolanas está ubicado dentro de áreas naturales protegidas2. En el PN San Esteban hay al menos 26 yacimientos de petroglifos. El MN María Lionza es el epicentro de los ritos que rodean a este importante personaje mítico-religioso. La hacienda La Elvira, en el PN Guatopo, y la Casona de Los Venados, en el PN Guarairarepano, nos brindan una ventana hacia las prácticas de comercio de café y cacao de tiempos pasados. Los PN y MN resguardan a éstos y muchos otros testigos de prácticas humanas firmemente arraigadas en la biodiversidad3.
Por esto, entre otras razones, es necesario destacar el papel fundamental de los PN y MN para el resguardo de nuestra cultura, nuestra historia y nuestras tradiciones. De más está decir que los visitantes a los parques nacionales acuden precisamente a disfrutar su biodiversidad, sus paisajes y la interacción con las comunidades.
¿Cuánto le cuesta al Estado los beneficios que obtiene de la biodiversidad en los PN y MN? En el presupuesto nacional de 20144, el aporte a Inparques ascendió a Bs. 281.618.143, equivalente a entre 5,6 y 44,7 millones de dólares, si uno considera las tasas de cambio de Sicad II y el dólar oficial. El presupuesto nacional de 2014 (sólo gastos ordinarios, sin incluir proyectos por endeudamiento u otros créditos presupuestarios) totaliza Bs. 439.870.577.965, entre 8,8 y 69,8 millardos de dólares según las mismas tasas. Por lo tanto, el monto asignado a Inparques corresponde a 0,06% del total nacional.
Si usamos el dólar oficial como referencia, podemos afirmar que el estado invierte en Inparques aproximadamente 45 millones de dólares al año. A cambio, el parque nacional Canaima hace un aporte a la economía nacional de 3.295 millones dólares: un retorno superior a 7.300%.
Es importante destacar que Inparques tiene a su cargo numerosos parques de recreación, por lo que las cifras reales invertidas en PN y MN son menores a las citadas. Y ésta es solamente la contribución del PN Canaima. Si consideramos a todos los demás PN y MN, su aporte directo a la economía y el bienestar de los venezolanos sería mucho mayor.
Es importante destacar que el 19 de septiembre el Gobierno Nacional aprobó 510 millones de bolívares y 15,4 millones de dólares para el para el plan de fortalecimiento del sistema nacional de parques y monumentos nacionales, por lo que los recursos ejecutados en 2014 podrían superar a los originalmente presupuestados5.
En 2010, la ejecución presupuestaria de Inparques fue de 7,38 dólares por kilómetro cuadrado de territorio protegido6. En promedio, durante 2007-2008 las agencias de parques nacionales en Sudamérica invirtieron 139 dólares por kilómetro cuadrado7, unas 19 veces más que lo invertido en Venezuela en 2010.
El principal gasto de Inparques en 2008 fue la protección contra incendios forestales (59,8%), seguida por mantenimiento y conservación de áreas recreativas (31,8%)6. Las gestiones de educación ambiental recibieron 0,1% del presupuesto de ese año. Del total de 2.105 trabajadores en Inparques, dos terceras partes laboran en oficinas y sólo un tercio es personal de campo6. Es decir: aproximadamente 700 trabajadores están dedicados directamente al resguardo de las áreas protegidas, mientras que más o menos la mitad son guardaparques. Por lo tanto, en promedio cada guardaparque debería resguardar unos 429 kilómetros cuadrados, la extensión que ocupan las 22 parroquias del Distrito Capital8. Muy pocos tienen vehículos, lanchas u otros medios para movilizarse. Los fondos adicionales recientemente aprobados están de hecho dirigidos a mejorar estas condiciones5.
Es una realidad objetiva que el resguardo de la biodiversidad es de una prioridad muy baja para el gobierno. De los 31 ministerios del Poder Popular, cuatro (Relaciones Interiores, Justicia y Paz; Finanzas; Educación; y Trabajo y Seguridad Social, en ese orden) consumen más de 60% de los recursos.
Para 2014, el Estado prevé un endeudamiento del orden de 7 millardos de bolívares para la adquisición de armamento de orden público seguridad y defensa, casi cuatro veces el presupuesto ordinario del Ministerio para el Ambiente, que con 1,9 millardos y 0.43% del total nacional ocupa el puesto 17 entre los 31 ministerios en lo referente a prioridades para el Ejecutivo Nacional4.
Desde mediados de 2012, la prensa nacional ha mencionado planes gubernamentales de adquirir 24 aviones de combate que substituyan la flota de F-16. Cada uno de los cazas rusos Sukhoi Su-35, uno de los modelos considerados9, cuesta entre 52 y 65 millones de dólares10. Eso es más que el presupuesto anual de Inparques en 2014.
El aporte de la biodiversidad al bienestar humano es infinito, pero nuestra inversión en su resguardo es desproporcionadamente baja. Aumentar el presupuesto de Inparques 19 veces, para lograr una inversión equivalente a otros países en Sudamérica, lo llevaría a Bs. 5.350.744.717, aproximadamente 1,2% del presupuesto nacional de 2014. Sería un incremento muy substancial, de eso no hay duda, pero seguiría siendo menos que el endeudamiento previsto para la compra de armas este año.
La justificación de dicha inversión podría provenir de la consideración explícita de la contribución de los PN y MN a la economía nacional, mediante la implementación de un esquema de contabilidad verde, donde la dependencia de la economía de los recursos naturales quedara firmemente establecida. En ese contexto, la inversión en Inparques podría terminar representando un ahorro en lugar de un costo, como es el ahorro de petróleo por la producción de hidroelectricidad.
Los PN y MN son sólo la punta del iceberg. Venezuela tiene el privilegio de que su biodiversidad nativa también abunda en el resto del territorio. No se trata de monetizar la biodiversidad, sino valorarla adecuadamente. Entender sus aportes concretos al sistema económico nacional nos permitiría comprender mejor como la falta de inversión en su resguardo de hecho representa un costo muy alto para todos nosotros.
Por: Jon Paul Rodríguez, Centro de Ecología, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.